Reseña del libro "Visitas Inoportunas"
En Visitas inoportunas, nuevo libro de este poeta lúcido y creativo, el único dueño de la voz, entre las mudas vibraciones de la obra de arte, es un paseante extrañado que se mueve solitario desde los cuadros o las esculturas hacia el exterior, donde siguen acaeciendo esas minucias de la vida cotidiana que las obras buscan enrarecer. Boco piensa en silencio, pero con ese silencio torrencial del poema que se va entretejiendo en la conciencia. En ese fluir, urde la desconfianza que se vuelca sobre las napas de su poesía: sospecha de lo que vemos y de lo que no vemos, de esos jirones que creemos interpretar, de lo que el mundo hace cuando no se detiene a contemplar un cuadro.
Atento a los susurros, al rincón, a los bordes, en estos textos lo conceptual se tiende con sutileza sobre la superficie de la escena objetiva, insiste en sus detalles e interroga sin tregua hasta provocar una puesta en abismo acerca de la mirada. Una cámara oculta es el observador que sigue meticulosamente el recorrido del pincel sobre una superficie que es todo lo que hay. Y el pincel, a su vez, la cámara que persigue a su objeto inasible.
Lejos del sentimentalismo y la credulidad, pero siempre en tensión con ellos, el paseante interroga a las “cosas de la belleza” y a los seres que creen percibirlas. Mientras se camina, se cavila. El poeta se desplaza y elige detenerse sobre lo inacabado para preguntarse qué diría la obra si pudiera congelar lo incierto o conversar con los observadores, cuánto hay de verdadero en nuestra percepción y qué detalles obedecen a las trampas de la luz.
“Hay formas que para ser descubiertas violentan los límites del ojo”. Sobre esos límites y los del lenguaje Boco camina como un equilibrista cuyos pasos inquietan gozosamente a su lector. Oportuna visita la de este libro para la poesía.
Mónica Sifrim